En el #DíaMundialdelaFilosofía me permito difundir un fragmento de mi #tesis para optar al título de #profesor de #filosofía (año 2007) en #Chile. Cabe mencionar que 13 años después (el 2020) en plena #pandemia por #covid19, este concepto inspiró la creación del actual Colectivo de #Artes y #Humanidades #Filopóiesis del cual pueden conocer más en www.filopoiesis.cl
Espero sea de vuestro agrado.
“Pero, la condición de arrojado no yace detrás de él como un acontecimiento que, habiéndole efectivamente ocurrido, en seguida se hubiese desprendido de él, sino que, como cuidado, el Dasein es constantemente —mientras está siendo— su “que es…”. Estando entregado a ser este determinado ente —única forma como él puede existir como el ente que él es— el Dasein es —existiendo— el fundamento de su poder-ser.”
Martin #Heidegger
No es novedad indicar que el ser humano es un ser dialéctico, en cuanto va siendo, no se queda restringido a un ser estático que permanece en lo que es sin posibilidad alguna de ser distinto después. El ser humano es en verdad un estar siendo. Esta movilidad se ve reflejada en los constantes encuentros y des-encuentros entre la dinámica de la razón y la intuición poética, los cuales permiten el desenvolvimiento del Ser. Ahora bien, aquello que está envuelto, es aquello que nos desorienta, en la medida (si es que puede medirse efectivamente) que entran en el juego dialéctico del acontecer.
Entenderse desde el ámbito de la racionalidad no conlleva grandes dificultades, puesto que responde a un campo fundamentalmente conocido y abarcado por el ser humano. Quedarse en este plano conduciría a un ser que es y que luego será, pero hemos visto que somos seres siendo. El siendo, nos conduce hacia la incertidumbre, diciéndose incluso que:
“el hombre es un constante fugitivo de la nada. De su nada y del no-ser que como fondo general todas las criaturas tienen. La experiencia de su nada le hace correr desesperadamente en busca del ser, de más ser. Vive siempre en esperanza de algo mejor. Es un eterno insatisfecho y ésta su insatisfacción es un signo de su grandeza ontológica.”[1]
Si es eterno insatisfecho, sólo se conforma con la búsqueda, la eterna búsqueda. He ahí donde tiene cabida la filosofía, aquella sabiduría incompleta que abarca todo lo inabarcable y al mismo tiempo problematiza todo lo abarcado.
Pero el ser humano esperanzado no busca desde la filosofía únicamente, sino, más bien de la posibilidad misma de crear, ya que en ésta ve la concreción de sus satisfacciones más íntimas. Si escapa de la nada, lo que busca es sustento y fundamento, para encontrarlos crea y en cuanto crea, se afirma, vive. Esta creación es producción en cuanto #póiesis.
Nos encontramos, entonces, con una relación entre filosofía y #poesía, siendo ambas una posibilidad de encuentro y firmeza que el ser humano anhela mediante su eterna búsqueda. Esto hace que el desenvolvimiento propio del estar siendo, encuentre espacio en los sitiales de la razón (filosófica) y de la intuición (poética).
Todo ser humano lleva consigo la capacidad de situarse y comprenderse tanto como poeta(isa) como filósofo(a). Es un creador y un pensador (insatisfecho) por antonomasia, vive diariamente en los recónditos ejercicios del hacer y del saber. Afronta cara a cara lo particular y lo universal de la belleza que circunda los límites de la nada con lo afirmante. Esa belleza que se origina en la apropiación de lo buscado, en la tenencia de lo sospechado como necesitado. Veamos la siguiente indicación de #Finlayson:
“Los poetas intuyen la verdad y captan la belleza bajo la especie de lo singular, mientras los filósofos la aprehenden o capturan bajo la especie de la universalidad; no obstante, los extremos se tocan en el mismo contenido.”[2]
Tanto en lo particular como en lo universal, el ser humano se sitúa en la belleza de un saber que respira el mismo aire que él, el aire de la inquietud, el aire del #estarsiendo, por ello es que tanto la poesía (en cuanto póiesis) como la filosofía, le otorgan al respiro un alivio de existencia y de firmeza. El mismo contenido referido anteriormente, corresponde a lo bello en cuanto deseo. Pero no es el único contenido, de hecho, a mí entender, el contenido compartido fundamental corresponde al “Decir del Ser”.
“El hombre tiene el lenguaje, porque el lenguaje se origina en la palabra, pero la palabra, como el Decir del Ser, tiene al hombre, es decir, lo afiata en su destinación […] Si, no por causa de la poesía (Poesie) y la filosofía, ni menos para fines de una ulterior forma de organización de su ejercicio, vale decir, la cultura, sino en gracia al Ser, hubiese la urgencia de pensar el pensar y el poetizar en su inicialidad y su envío, entonces esto sólo puede llegar a ser posible a partir de un saber de la palabra y de su iniciación. La apelación y la mirada al lenguaje y a la “palabra” comprendida desde el lenguaje son caminos extraviados.”[3]
Es la palabra lo fundante, es desde ahí que nos afiatamos hacia el Ser, luego viene la poesía y la filosofía, que se vinculan, se encuentran, en la capacidad misma del crear, desde la morada propia del Ser, se acercan ambas para su encuentro esencial que remite a aquella, a la palabra.
Aquel encuentro insoslayable que permanece en cuanto siendo del ser humano, le otorga sentido a éste, entendiendo la póiesis como una actividad creadora de sentido como dice Habermas[4]. Aquel sentido nos permite el enfrentamiento con la eterna búsqueda de lo afirmante, con la filosofía, al fin y al cabo. ¿Es que acaso la filosofía es en algún modo poesía? Sin querer aventurarme en terrenos no tan fértiles, sólo señalo que la filosofía puede ser poesía en cuanto creación afirmante de sentido. Y la poesía será filosofía, en cuanto búsqueda desde el pre-decir hacia lo inabarcable.
No hay riesgos de confusión entre una y otra acepción, sólo se conduce desde esta mirada, a una relación fundante que encuentra su partida en la siguiente frase de #Hölderlin: “Lleno de méritos, sin embargo poéticamente, habita el hombre sobre esta tierra”. Heidegger, tomando estos versos, alude a aquel modo (algún modo) de relación que se presenta en el párrafo anterior, entre filosofía y poesía, esta alusión la encuentro en el concepto de lo mismo.
“El poetizar y el pensar sólo se encontrarán en lo mismo si permanecen de un modo decidido en el carácter diverso de su esencia. Lo mismo no coincide nunca con lo igual, tampoco con la vacía indiferencia de lo meramente idéntico...Lo Mismo sólo se deja decir cuando se piensa la diferencia…Lo mismo aleja todo afán de limitarse sólo a equilibrar lo diferente en lo igual. Lo mismo coliga lo diferente en una unión originaria…”.[5]
La unión originaria presente en esta mismidad es el Decir del Ser, por lo que encontramos el fundamento de la Filopóiesis, en nuestro estar siendo.
El concepto de Filopóiesis responde y alude fundamentalmente a dos posibilidades de explicación:
Un encuentro etimológico entre philos y poiesis, como aquella búsqueda y tendencia (amor) hacia la creación (acto creativo desde la palabra).
Una unión entre dos conceptos fundamentales; filosofía y poesía, como un espacio de encuentro entre el logos y la razón poética (intuición poética).
[1] FINLAYSON, Clarence; Escritos pensados
[2] FINLAYSON, Clarence; Escritos pensados
[3] HEIDEGGER, Martín; La Palabra
[4] Cfr. a este propósito J. Habermas; La crítica nihilista del conocimiento en Nietzsche
[5] HEIDEGGER, Martín; Poéticamente habita el hombre
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